En un partido de fútbol, el
mediocampista que da un pase y el delantero que lo recibe depende uno del otro
para marcar un gol. No importa lo bueno que sea el pase del mediocampista si el
delantero no le pega bien a la pelota. Y por bien que patee el delantero, no
podrá marcar el gol si el mediocampista no le hace un buen pase. Los dos jugadores
son positivamente interdependientes. Si uno de ellos falla, fallan los dos.
Este tipo de interdependencia positiva es esencial para el aprendizaje
cooperativo.
La “interdependencia positiva” crea un
compromiso con el éxito de otras personas, además del propio. Es
importante resaltar que la Interdependencia la crea el profesor a través
del diseño de las actividades y tareas de aprendizaje: así, una actividad por
parejas en la cual ambos miembros tienen la misma información, el mismo objetivo,
etc., no genera, en principio, interdependencia; En cambio, una actividad en la
cual haya vacío de la información (uno sepa algo que el otro no sabe) puede
generar interdependencia positiva por cuanto ambos han de trabajar juntos para
unir sus informaciones y solventar la tarea.
La interdependencia positiva vincula a los alumnos de tal modo que
ninguno de ellos podrá cumplir la tarea a menos que todos lo hagan. Cuando los
estudiantes comprenden con claridad qué es la interdependencia positiva, se dan
cuenta de que el trabajo de cada miembro es indispensable para que el grupo
logre sus objetivos (es decir, que nadie puede aprovecharse de los demás) y que
cada uno de ellos tiene algo exclusivo que aportar al esfuerzo conjunto debido
a la información con que cuenta, al rol que desempeña y a su responsabilidad en
la tarea (es decir que no pueden distraerse y perder el tiempo).
De lo
anterior se desprende que en los primeros días de clase, el grupo debe darse a
la tarea de interactuar positivamente y
conocerse, para luego establecer nexos de confianza y de afinidad. Luego,
se pueden ir introduciendo los rompehielos
con un objetivo que esté más estrechamente relacionado con los contenidos del
curso, de tal forma que se vaya hilando la actividad, con la colaboración del
equipo. El docente debe crear un sentimiento
de pertenencia y de que todos son importantes y por ello, el éxito se puede
lograr cuando todos aportan sus conocimientos y le dan coherencia, pueden ir
solucionando los problemas en colaboración. El rol del docente se convierte en
motivador de cada estudiante.
Como segundo paso,
se debe fortalecer el otro pilar del aprendizaje colaborativo que es la responsabilidad individual. Por lo que
el docente debe depositar toda su confianza en el grupo, pero también en que
cada uno de los miembros del mismo, será capaz de responder a las tareas
designadas para colaborar con su grupo de forma autónoma y sistemática.
Con estas breves nociones, vamos a intentar diseñar una actividad que genere interdependencia positiva y en la próxima sesión compartimos los resultados si os parece bien.